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 Gustavo Adolfo Bécquer:

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Mercè
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MensajeTema: Gustavo Adolfo Bécquer:   Gustavo Adolfo Bécquer: Icon_minitimeMiér Ago 27, 2008 10:47 am

Gustavo Adolfo Domínguez Bastida , más conocido como Gustavo Adolfo Bécquer (adoptó dicho sobrenombre siguiendo los pasos de su hermano, el pintor Valeriano Bécquer) (Sevilla, 17 de febrero de 1836 – Madrid, 22 de diciembre de 1870), fue un poeta y narrador español, perteneciente al movimiento del Romanticismo.

Biografía


Nació en Sevilla, hijo del pintor José Domínguez Insausti, que firmaba sus cuadros con el apellido de sus antepasados como José Domínguez Bécquer, por parte de su abuela. Su madre fue Joaquina Bastida de Vargas. Por el lado paterno descendía de una noble familia de comerciantes de origen flamenco, los Becker o Bécquer, establecida en la capital andaluza en el siglo XVI; de su prestigio da testimonio el hecho de que poseyeran capilla y sepultura en la catedral misma desde 1622.
Su casa natal ya no existe. Fue bautizado en la parroquia de San
Lorenzo Mártir. Sus antepasados directos, empezando por su mismo padre,
José Domínguez Bécquer, fueron pintores de costumbres andaluzas, y tanto Gustavo Adolfo como su hermano Valeriano estuvieron muy dotados para el dibujo. Valeriano, de hecho, se inclinó por la pintura. Sin embargo el padre murió el 26 de enero de 1841,
cuando contaba el poeta cinco años y esa vocación pictórica perdió el
principal de sus apoyos. En 1846, con diez años, Gustavo Adolfo ingresa
en el Colegio de Náutica de San Telmo, en Sevilla, donde le da clases
un discípulo del gran poeta Alberto Lista, Francisco Rodríguez Zapata, y conoce a su gran amigo y compañero de desvelos literarios Narciso Campillo. Pero los hermanos Bécquer quedaron huérfanos también de madre al año siguiente, el 27 de febrero de 1847,
y fueron adoptados entonces por su tía María Bastida y Juan de Vargas,
que se hizo cargo de sus sobrinos, pero Valeriano y Gustavo se
adoptaron desde entonces cada uno al otro y emprendieron de hecho
muchos trabajos y viajes juntos.
Se suprimió el Colegio de Náutica y Gustavo Adolfo quedó
desorientado. Pasó a vivir entonces con su madrina Manuela Monahay,
acomodada y de cierta sensibilidad literaria. En su biblioteca el poeta
empezó a aficionarse a la lectura. Inició entonces estudios de pintura
en los talleres de los pintores Antonio Cabral Bejarano y Joaquín domínquez bécquer, tío de Gustavo, que pronosticó «Tú no serás nunca un buen pintor, sino mal literato», aunque le estimuló a que estudiara y le pagó los estudios de latín. Tras ciertos escarceos literarios (escribe en El trono y la Nobleza de Madrid y en las revistas sevillanas La Aurora y de El Porvenir) marchó a Madrid con el deseo de triunfar en la literatura en 1854. Sufrió una gran decepción y sobrevivió en la bohemia de esos años. Para ganar algún dinero el poeta escribe, en colaboración con sus amigos (Julio Nombela y Luís Garcia Luna), comedias y zarzuelas como La novia y el pantalón (1856), bajo el pseudonimo de Gustavo García en que satiriza el ambiente burgués y antiartístico que le rodea, o La venta encantada, basada en Don Quijote. En ese año fue con su hermano a Toledo, un lugar de amor y de peregrinación para él, a fin de inspirarse para su futuro libro Historia de los templos de España. Le interesan por entonces el Byron de las Hebrew Melodies o el Heine del Intermezzo a través de la traducción que Eulogio Florentino Sanz realiza en 1857 en la revista El Museo Universal. Fue precisamente en ese año, 1857, cuando apareció la cruel tuberculosis
que le habría de enviar a la tumba. Tuvo un modesto empleo dentro de la
Dirección de Bienes Nacionales y perdió el puesto, según cierta
leyenda, por sorprenderlo su jefe dibujando. Su pesimismo va creciendo
día a día y sólo los cuidados de su patrona en Madrid, de algunos
amigos y de Valeriano le ayudaron a superar la crisis. Ese año empieza
un ambicioso proyecto inspirado por El genio del Cristianismo de Chateaubriand: estudiar el arte cristiano español uniendo el pensamiento religioso, la arquitectura y la historia: «La
tradición religiosa es el eje de diamante sobre el que gira nuestro
pasado. Estudiar el templo, manifestación visible de la primera, para
hacer en un sólo libro la síntesis del segundo: he aquí nuestro
propósito». Pero sólo saldrá el primer tomo de su Historia de los templos de España, con ilustraciones de Valeriano.
Hacia 1858
conoció a Josefina Espín, una bella señorita de ojos azules, y empezó a
cortejarla; pronto, sin embargo,se fijó en la que sería su musa
irremediable, la hermana de Josefina y hermosa cantante de ópera Julia Espín, en la tertulia que se desarrollaba en casa de su padre, el músico Joaquín Espín,
maestro director de la Universidad Central, profesor de solfeo en el
Conservatorio y organista de la capilla real, protegido de Narváez. Gustavo se enamoró (decía que el amor era su única felicidad) y empezó a escribir las primeras Rimas, como Tu pupila es azul,
pero la relación no llegó a consolidarse porque ella tenía más altas
miras y le disgustaba la vida bohemia del escritor, que aún no era
famoso; Julia dio nombre a una de las hijas de Valeriano. Durante esta
época empezó a escuchar a su admirado Chopin.
En 1860 publica Cartas literarias a una mujer en donde explica la esencia de sus Rimas
que aluden a lo inefable. En la casa del médico que le trata de una
enfermedad venérea, Francisco Esteban, conocerá a la que será su
esposa, Casta Esteban Navarro. Contrajeron matrimonio en el 19 de mayo de 1861. De 1858 a 1863, la Unión Liberal de O'Donnell gobernaba España y en 1860, González Bravo, con el apoyo del financiero Salamanca, funda El Contemporáneo, dirigido por José Luís Albareda, en el que participan redactores de la talla de Juan Valera.
El gran amigo de Bécquer, Rodríguez Correa, ya redactor del nuevo
diario, consiguió un puesto de redactor para el poeta sevillano. En
este periódico, y hasta que desaparezca en 1865, hará crónica de
salones, política y literatura; gracias a esta remuneración viven los
recién casados. En 1862 nació su primer hijo, Gregorio Gustavo Adolfo, en Noviercas, (Soria),
donde posee bienes la familia de Casta y donde Bécquer tuvo una casita
para su descanso y recreo. Empieza a escribir más para alimentar a su
pequeña familia y, fruto de este intenso trabajo, nacieron varias de
sus Leyendas.
Pero en 1863
padeció una grave recaída en su enfermedad, de la que se repuso, sin
embargo, para marchar a Sevilla con su familia. De esa época es el
retrato hecho por su hermano que se conserva en el Museo de bellas artes de Sevilla.
Trabaja con su hermano Valeriano y Casta Esteban discute con él, porque
no soporta su carácter y el hecho de que casi siempre ande por casa de
su hermano. González Bravo, amigo y mecenas de Gustavo, le nombra
censor de novelas en 1864
y el escritor vuelve a Madrid, donde desempeña este trabajo hasta 1865
con veinticuatro mil reales de sueldo. En este último año nace su
segundo hijo, Jorge.
En 1866
ocupa de nuevo el cargo de censor hasta 1868; es este un año tétrico
para Bécquer: Casta le es infiel, su libro de poemas desaparece en los
disturbios revolucionarios y para huir de ellos marcha a Toledo,
donde permanece un breve tiempo. En diciembre nace en Noviercas el
tercer hijo de Bécquer, Emilio Eusebio, dando pábulo a su tragedia
conyugal, pues se dice que este último hijo es del amante de Casta. Es
más, Valeriano discute con Casta continuamente. Los esposos aún se
escriben, sin embargo. Pasa entonces otra temporada en Toledo, de donde
sale para Madrid en 1870 a fin de dirigir La Ilustración de Madrid, que acaba de fundar Eduardo Gasset
con la intención de que lo dirigiera Gustavo Adolfo y trabajara en él
Valeriano de dibujante; pero el 22 de diciembre muere Gustavo cuando en
Sevilla hay un eclipse total de sol; un poco antes, en septiembre,
había muerto su hermano Valeriano. Mientras agonizaba, pidió a su amigo
el poeta Ferrán que quemase sus cartas («serían mi deshonra») y que publicasen su obra («Si es posible, publicad mis versos. Tengo el presentimiento de que muerto seré más y mejor conocido que vivo»); pidió también que cuidaran de sus hijos. Sus últimas palabras fueron «Todo mortal». Sus amigos Ferrán y Correa se pusieron de inmediato a preparar la edición de sus Obras completas para ayudar a la familia; salieron en 1871 en dos volúmenes; en sucesivas ediciones fueron añadidos otros escritos. Los restos de los dos hermanos fueron trasladados en 1913 a Sevilla, donde actualmente reposan.
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Mercè
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MensajeTema: Re: Gustavo Adolfo Bécquer:   Gustavo Adolfo Bécquer: Icon_minitimeMiér Ago 27, 2008 12:30 pm

Análisis de Su obra

Las Rimas de Bécquer iban a ser costeadas y prologadas por su amigo, el ministro de la Unión Liberal de O'Donnell Luís González Bravo,
pero el ejemplar se perdió en los disturbios revolucionarios de 1868.
Algunas sin embargo habían aparecido ya en los periódicos de entonces, El Contemporáneo, El Museo Universal, La Ilustración de Madrid y otros. El poeta, con esta ayuda, con la de su memoria y la de sus amigos reconstruyó el manuscrito, que tituló Libro de los gorriones y se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid. Más tarde lo editarán sus amigos con un prólogo de Rodríguez Correa en dos volúmenes con el título de Rimas y junto a sus Leyendas
en prosa, en 1871, para ayudar a la viuda y sus hijos. En sucesivas
ediciones se amplió la selección. A partir de la quinta la obra consta
ya de tres volúmenes. Iglesias Figueroa recogió en tres tomos Páginas desconocidas
(Madrid: Renacimiento, 1923), con otra porción sustancial del corpus
becqueriano. Gamallo Fierros editó además en cuatro volúmenes sus Páginas abandonadas.
Jesús Rubio ha editado dos álbumes de Julia Espín con textos y dibujos
de Gustavo dedicados a su musa, a la que no olvidaría nunca.
Bécquer solía repetir la frase de Lamartine de que «la mejor poesía escrita es aquella que no se escribe». Es así en sus setenta y seis cortas Rimas
breves como arpegios, ya que concentró en ellas la poesía que hubiera
querido verter en numerosos poemas más extensos que no escribió. El
influjo de Bécquer en toda la poesía posterior escrita en castellano es
importante, esbozando estéticas como el Simbolismo y el Modernismo en muchos aspectos. Frente al Romanticismo altisonante y byroniano de un José de Espronceda,
Bécquer representa el tono íntimo, al oído, de la lírica profunda. Su
«Himno gigante y extraño» rompe con la tradición de la poesía civil y
heroica de Manuel José Quintana y los colores vistosos y la historia nacional de Ángel Saavreda, Duque de Rivas, o José Zorrilla, para meditar profundamente sobre la creación poética, el amor y la muerte, los tres temas centrales de las Rimas Manuel Altolaguirre
afirmó que la poesía de Bécquer es la más humana del Romanticismo
español. Esta rara originalidad le valió el desprecio de Núñez de Arce,
quien, acaso por su ideología liberal contraria al tradicionalismo
becqueriano, calificó sus Rimas de «suspirillos germánicos». Pero Bécquer meditó profundamente sobre la poesía e intentó reflejar el concepto inasible que tenía de la misma en las Cartas literarias a una mujer, en forma de un largo comentario a la Rima XXI, concluida en el verso «poesía eres tú».
Los modelos poéticos de Bécquer fueron varios; en primer lugar, Heine; W. S. Hendrix señaló además a Byron y Dámaso Alonso a Alfred de Musset. Hay huellas de estos autores en su poesía.
Fuera de su importante lírica, Gustavo Adolfo Bécquer fue también un
gran narrador y periodista. Escribió veinticinco narraciones del género
leyenda, muchas de ellas pertenecientes al género del relato gótico o
de terror, otras, auténticos esbozos de poesía en prosa, y otras
narraciones de aventuras. María Rosa Alonso encontró en ellas siete
temas principales: el oriental, la muerte y la vida de ultratumba; el
embrujamiento y la hechicería; el tema religioso; inspiradas en el Romancero y las de tendencia animista.
Bécquer demuestra ser un prosista a la altura de los mejores de su
siglo, pero es de superior inspiración e imaginación y un maestro
absoluto en el terreno de la prosa lírica. En sus descripciones se echa
de ver el profundo amor del poeta por la naturaleza y el paisaje
castellano. Escribió además las Cartas desde mi celda en el Monasterio de Veruela, a las faldas del Moncayo adonde fue a reponerse de su tuberculosis o tisis, enfermedad entonces mortal; sus cartas desbordan vitalidad y encanto. No se ha estudiado todavía su obra periodística.
Bécquer es, a la vez, el poeta que inaugura —junto a Rosalía de Castro— la lírica moderna española y el que acierta a conectarnos de nuevo con la poesía tradicional. Las Rimas
se encuadran dentro de dos corrientes heredadas del Romanticismo: la
revalorización de la poesía popular (que la lírica culta había
abandonado en el siglo XVIII) y la llamada «estética del sentimiento».
El ideal poético de Bécquer es el desarrollar una lírica intimista,
expresada con sinceridad, sencillez de forma y facilidad de estilo.
Bécquer y sus Rimas son el umbral de la lírica en español del siglo XX. Ruben Dario, Miguel de unamuno, los hermanos Antonio y Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, Federico Garcia Lorca, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso y otros lo han considerado como figura fundacional, descubridora de nuevos mundos para la sensibilidad y la forma expresiva.
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